Review sobre las películas nominadas a los Oscars 2021

Raúl Velasco
14 min readApr 26, 2021

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Un poco más tarde de lo normal, pero los Oscars ya están aquí. Los premios cinematográficos más prestigiosos del planeta llegan para ser entregados en abril, con dos meses de demora respecto a lo habitual. Con una ceremonia presencial, las mayores estrellas de la industria se reúnen en el Dolby Theatre de Los Ángeles para esgrimir quién se alza con las estatuillas de oro. En un año marcado por la pandemia, hasta 40 largometrajes son los que optan a premio en alguna categoría. ‘Mank’, con 10, es la película con más nominaciones mientras le siguen ‘Nomaland’, ‘Sound of Metal’, ‘El juicio a los 7 de Chicago’, ‘Judas y el Mesías negro’, ‘Minari’ y ‘El padre’ con 6 nominaciones cada una. Tras visionar las ocho nominadas a la categoría ‘Mejor Película’, voy a dar unas pinceladas sobre sus tramas y las sensaciones que me han dejado. En mi opinión, el nivel respecto a otros años es un poco inferior, pero entendible debido a la situación que el mundo, en todos sus ámbitos, está atravesando.

Minari. Historia de mi familia (Lee Isaac Chung)

Empiezo con mi favorita. Minari es brillante sencillez y hermoso realismo. Como el propio título indica, Minari es la historia de una familia normal, como la mía o la tuya, con sus conflictos internos, sus relaciones y sus problemas. Está ambientada en la década de los 80 en Arkansas, uno de esos estados de la América profunda donde una familia se muda en busca del anhelado sueño americano. La idea del patriarca es crear una granja y tierras fértiles para ir avanzando en un territorio nuevo para ellos. El hijo pequeño tiene un problema de corazón y en el desarrollo del film irán surgiendo trabas y roces entre los miembros que harán el trayecto más o menos llevadero.

La película trata de llegar a lo más hondo del espectador, como una novela clásica donde inmiscuirse en la vida de los personajes. Minari quiere eso, que llegues a empatizar con el argumento, con las personas que estás viendo. Es un filme tan estremecedor como sutil es el ritmo y la velocidad a la que se construyen los conflictos entre los personajes. No se llega a caer en lo empalagoso y eso es algo a destacar, que cuando llegan los momentos emotivos no sean forzados, sino que surjan por el desarrollo coherente de la narrativa de cada personaje. Las imágenes y escenas son de una calidez y naturalidad espectacular gracias a la buen labor de los actores y actrices que cumplen con nota su papel.

Lo que hace especial a Minari es que, a través de la sencillez de su argumento, se pueda crear una diversidad temáticas por debajo del mismo. Que no nos quedamos con lo que vemos, sino que nos hace pensar en lo que subyace de ello porque nos puede pasar a nosotros y a nuestra familia. Minari es plenitud, calidad y profundidad. Una película muy recomendable para todos los públicos.

  • Nota: 8/10
Minari, como su nombre indica, es la historia de una familia (Premiososcar.net)

Nomadland (Chloé Zhao)

Vamos con mi segunda preferida y con la favorita según los rumores. Nomadland muestra la vida de Fern, una mujer adulta (en torno a los 50–55 años) que, tras la grave recesión de 2008, deja muy tocada a su zona rural en Nevada y lo pierde prácticamente todo: marido, hogar, trabajo y esperanza. Por ello se embarca en un viaje hacia el Oeste americano con la única compañía de su inseparable caravana, que hará las veces de transporte y casa. En esta aventura personal de la que el espectador formará parte, Fern intentará encontrar un nuevo sentido a su vida, desde una perspectiva poco convencional y alejada de la sociedad de consumo, actuando como una nómada del siglo XXI.

Esta película es un tributo a aquellos olvidados y deprimidos por culpa de la crisis económica de 2008 en donde muchas personas tuvieron que abandonar sus hogares en busca de empleos temporales para poder sobrevivir. No es descabellado si la catalogamos como una película-documental, porque además de enseñaros el periplo del protagonista, también expone algunos de los defectos de la sociedad actual en la que vivimos como el consumismo, la pobreza y la falta de oportunidades. La película transcurre lentamente por la vida de Fern (impecable una vez más Frances McDormand) y nos hace sentir todas y cada una de sus experiencias, de las amistades que va entablando por el camino y de las distintas personalidades que retrata. Para ello, la cámara se centra mucho en los detalles y en el lenguaje corporal y gestual de los personajes, donde muchas veces una mirada o un silencio bastan para dotar de sentido a los mensajes.

No es una película que tenga giros de guión inesperados (si buscas eso, ahórrate tu tuempo), sino que su intención llevarnos por las dudas y esperanzas que tiene Fern en mente y que va mostrando paulatinamente. Los nómadas que se va encontrando la protagonista en su camino son reales y saben lo que es subsistir a base de un estilo de vida tan precario. En ocasiones la película puede pecar de idealizar en demasía ese modo de vida, pero no llega a caer del todo en esa trampa. Lo bonito de Nomadland son sus momentos, sus diálogos certeros que pueden parecer intrascendentes pero que dejan un trasfondo. Es ver la vida desde otro prisma, ajeno a lo que estamos acostumbrados y dedicada a los que eligen su propia forma de ser y de vivir en un alegato de libertad. Porque los nómadas no están enfadados con algo o alguien, tienen sentimientos como el resto de las personas, pero quizás estas emociones se despierten con otras acciones como la solidaridad, la compasión, la atención o el compartir objetos o vivencias. En resumen, Nomadland es necesaria por distinta y cercana. Ah, y encima gran parte de la banda sonora está a cargo del famosísimo Ludovico Einaudi.

  • Nota: 7,5/10
Frances McDormand y Chloé Zhao durante el rodaje de ‘Nomadland’ (El País)

Una joven prometedora (Emerald Fennell)

Película rompedora no tanto por fondo (justicia por la violencia machista) sino por la forma. Narra la vida perturbada y maltrecha de Cassie, una joven que tenía un futuro profesional brillante, pero que un hecho concreto ocurrido años atrás tiró por la borda sus expectativas. En la actualidad, lleva una doble vida y trata de vengarse de los culpables de aquel incidente para que paguen por ello y se haga justicia.

La temática es algo ya conocida (y repetida) en los últimos años en la academia. El filme puede inducir a un guiño hacia ella, por condescendiente y reivindicativa, pero nada más lejos de la realidad. Es una película muy atrevida, feminista pero el punto de vista está puesto en otro arista: el de las relaciones cuando hay alcohol de por medio y de cómo reaccionan los implicados y el entorno de las mismas. El guión es contundente y la intención de la película es clara: denuncia y movimiento. Se ahonda en cómo es posible que estos actos ocurran, en quiénes son los culpables, en qué extracto de la sociedad viven y cuáles son las circunstancias que les llevan a justificarlo. Lo que pretende la directora es hacer ver que no hay excusas, que el precio pagado es demasiado caro y que todos los actores, por cómo está conformada la sociedad y sus presiones, tienen parte de culpa en mayor o menor medida.

La interpretación de Carey Mulligan es sensacional, intimista y tenaz al mismo tiempo, y representa a la perfección el prototipo de luchadora contra la causa. Además tiene tintes cómicos que redondean a las mil maravillas su actuación. Es el brazo ejecutor idóneo para esta idea tan personal como necesaria. Es posible que muchos no traguen o no se identifiquen con un problema que no solo está en la gran pantalla, pero solamente la capacidad de adaptación a distintos géneros a lo largo de la película ya la hace merecedora de echarla un vistazo. Tiene la dosis justa de histeria y la profundidad suficiente como para ahondar en una corriente de pensamiento común hoy en día. Una joven prometedora te sorprenderá para bien y para el bien.

  • Nota: 7,5/10
Carey Mulligan se sale en el papel de una mujer con sed de justicia (El Espectador Imaginario)

El Padre (Florian Zeller)

‘The Father’ es una tortura para cualquier persona que tenga o haya tenido algún familiar o amigo con demencia o Alzheimer. Es una película sobre estas enfermedades pero desde el punto de vista del enfermo, lo que la hace distinta a otras que hemos visto sobre este tema. Los males que aquejan a una persona que padece Alzheimer son devastadores para los cuidadores pero más aún para el enfermo. El hecho de ir perdiendo poco a poco la noción de las cosas y acciones cotidianas es demoledor porque, al final y en esencia, te acabas perdiendo a ti mismo y no hay nada para remediarlo.

Que todo esto te lo tiren a la cara en 90 minutos de largometraje se hace duro. Es muy cruel observarlo en carnes de un Anthony Hopkins inconmensurable, que sabe mezclar la agonía, la impotencia y el humor de una forma excelente. La película puede resultar un poco desconcertante porque vivimos lo que el enfermo está pasando, incluyendo sus confusiones, angustia y olvidos. Se cambia el espacio, se altera el tiempo, se contraponen los rostros… todo desde una naturalidad y humanidad pasmosas.

Al lado de Hopkins está una Olivia Colman siempre sobria que lucha por tener derecho a vivir su propia vida con el conflicto que esto crea en sus allegados. Es capaz de transmitir alegría, tristeza o pena haciendo pequeñas muecas con su cara. Como el resto del filme, conmueve al público sin buscar la lágrima fácil. ‘El Padre’ es estremecedora pero realista al mismo tiempo y puede conectar con muchas personas que pasen o hayan pasado por esta situación. Eso y sus actuaciones la convierten en una cinta imprescindible.

  • Nota: 7,25/10
Hopkins y Colman congenian de fábula (ABC)

El juicio de los 7 de Chicago (Aaron Sorkin)

Nos metemos de lleno en la lucha por los derechos civiles y el acoso de un país contra los más vulnerables. Esta cinta nos explica una historia real: cómo en 1969 se celebró uno de los juicios más trascendentes de la historia de Estados Unidos, en el que siete personas (ocho en un tramo de la cinta) fueron juzgados tras, según la seguridad nacional, crear caos, disturbios y violencia en las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. En la película se palpa como es un juicio con marcadísimos tintes políticos en el que los acusados tratan de defenderse ante un sistema inalterable que les oprime.

Lo que más me llamó la atención de la obra es que gran parte de ella sucede en la sala de un tribunal y no se hace en absoluto pesada. El guion y los diálogos entre los acusados y la oposición son magníficos y te lleva a ponerte en las pieles de los primeros, impotentes ante la figura de un magistrado autoritario y la ausencia de pruebas evidentes que los inculpen.

Aaron Sorkin, guionista de Jobs y La red social (para Tarantino la mejor película de la década), se desenvuelve con solidez esta vez como director. Ele elenco de personajes es muy variado y va desde rostros conocidos como los de Joseph Gordon-Levitt y Michael Keaton a otros menos mainstream. En el apartado técnico, la película no es una maravilla pero funciona bien dentro de lo que puede extraerse de un drama judicial. Las conversaciones y diálogos entre los implicados se suceden de forma inmediata, pero dejando el tiempo justo para que el espectador lo procese. Te invade la tensión y las dudas de los personajes y deja un pequeño espacio para ver cómo discurre cada uno de ellos.

Se abordan varios temas como los mencionados: lograr una justicia social, las fallas en el sistema judicial, las definiciones de democracia y revolución, la brutalidad policial -ahora tan vigente-, la corrupción, las discrepancias entre afiliados al mismo movimiento… todos conforman una buena estructura narrativa que en algunos momentos busca recursos facilones pero que no empaña el filme a la hora de ponerlo en una balanza. Muy recomendable para cualquiera que aprecie más el cine como discurso que como conjunto visual.

  • Nota: 7/10
Los hippies aportan un toque irónico y ácido en el juicio (WSWS)

Sound of metal ( Darius Marder)

Esta película encara la pérdida de audición como una gran traba en el camino pero que al mismo tiempo no es una limitación definitiva, sino una oportunidad para reinventarse. ‘Sound of metal’ narra la vida de un batería que, repentinamente, empieza a perder uno de los cinco sentidos: el oído. Reticente a ello, trata de seguir con su vida de antes, pero dada la imposibilidad se ve obligado a pedir ayuda y aprender a convivir con ello.

El transcurso del protagonista (un Riz Ahmed a la altura de algún premio) por la película pasa por diferentes etapas: shock, tolerancia, asimilación, regresión y aceptación. Es imposible no empatizar con el personaje pero para ello no acude a sensiblería barata. Es una historia de su vida, de superación, de reinventarse o morir en el intento. Acompañamos a Riz durante la odisea de lidiar con un problema así, con sus claroscuros, sus incertidumbres y sus momentos de liberación. En una película que va sobre la pérdida de audición, son precisamente los silencios y las secuencias en soledad del personaje las que de verdad nos hace conmovernos y sentir.

Nos hace valorar la importancia de un sentido que por la cotidianidad de nuestras vidas tendemos a olvidar. Una vez que se daña o no se cuida, se va deteriorando y no hay marcha atrás. La experiencias sensoriales que vivimos a lo largo de nuestro paso por el mundo son un regalo. Pero si llega el día en que no podemos disfrutar de ellos, no debemos automarginarnos o flagelarnos, sino convertirlo en una oportunidad para integrarnos de otra manera en la sociedad. El duelo es necesario para afrontar esta enfermedad y la comprensión de la misma es fundamental en una cinta de autor que, en un año donde el cine se ha visto coartado, se sale de lo convencional y no busca contentar a nadie sino explicar una realidad traspasando barreras y creando arte con elementos minimalistas como el sonido y el silencio.

  • Nota: 7/10
Riz Ahmed se come la pantalla con cada gesto o mirada (Milenio)

Judas y el mesías negro (Shaka King)

Volvemos a la atmósfera racial esta vez con un casi debutante Shaka King que en con un guion original narra una historia real donde Bill, un persona de raza negra que se dedica a estafar y robar coches, es detenido y chantajeado por el FBI para infiltrarse en el partido “Panteras Negras” del joven líder activista Fred Hampton.

Otra película de carácter reivindicativo que, pudiendo haber visto ejemplos similares en los últimos años, traza una línea más personal y de una forma menos trillada. Chicago ha sido una ciudad bastante activa a la hora de la integración social de la raza negra y es ahí donde se desenvuelve la película, entre bastidores oscuros y nocturnidad semiluminada. El protagonista es Bill, el judas que se infiltra para sacar información porque no le queda otra. Está pillado hasta las trancas por el FBI y no se puede permitir un movimiento en falso dentro de las “Panteras Negras”. Su encrucijada nos puede llevar a aceptar las justificaciones de sus actos y desde esa perspectiva intenta poner en jaque al espectador. Lo consigue en buena medida, pero no llega a penetrar del todo.

La tensión se palpa en el ambiente en ciertos instantes y desarrolla con soltura al resto de personajes, en especial a un enérgico y entregado Daniel Kaluuya. La música y la ambientación son competentes y dotan a la obra de perfume melodramático. El valor documental también es reseñable en intentos como el de las “Panteras Negras” de unificar a todas las agrupaciones en defensa de la raza negra en una sola para tener más voz o en la corrupción que merodea en el FBI. Como aspecto negativo, las relación sentimental no terminan de calar. Se hace lenta y en ocasiones desvía la atención del cariz revolucionario, que es la verdadera esencia del film y donde gana más fuerza.

La época en la que se enmarca la película es muy complicada y una de las más tensas en Estados Unidos en cuanto a reivindicación se refiere. Los asesinatos de Martin Luther King y Malcolm X están muy presentes y eso es coetáneo a lo que seguimos viviendo hoy en día. Por ello es necesario su visionado, su crítica y su lucha: porque es más cercana a nosotros de lo que parece.

  • Nota: 6,5/10
Daniel Kaluuya es Fred Hampton, líder de los “Panteras Negras” en 1969 (Premiososcar.net)

Mank (David Fincher)

Fíjate que Fincher ha dejado obras para el recuerdo (El club de la lucha, Seven o la actual Mindhunter), pero creo que por Mank, su última película tomada de un guion de su padre antes de morir, no va a ser recordado. O al menos en mi caso.

La película es sencilla: es un biopic de Herman Mankiewicz, el guionista de la archiconocida y alabada ‘Ciudadano Kane’, que repasa su proceso de creación desde que Orson Welles le encarga su escritura. Sobre el papel no tiene gran misterio, la trama no nos va a romper la cabeza y simplemente nos dejaremos llevar por la vida de este personaje real. Todo entendible y sin excesos.

Pero seré yo que no sé apreciar el cine clásico, el largometraje en blanco y negro y la pulcritud de su discurso que no terminé de conectar con la película. ‘Mank’ es una cinta que si sabes mucho sobre ella, sobre lo que habla, sobre lo que la rodea, sobre sus personajes… en definitiva sobre su ambiente, la vas a disfrutar muchísimo. Porque creo que está hecha para ese tipo de espectador. Llamémoslo friki o lo que sea. Para el espectador medio que no ha indagado mucho sobre la película y que se sienta delante de ella, resulta tediosa.

Por destacar sus virtudes, en el apartado técnico no hay nada que objetar. La obra se ambienta en la década de los 30 y te sumerge de lleno en ella. Su fotografía, planos, vestuario y decorados están cuidados al límite. Si te dicen que se ha rodado hace cincuenta años te lo crees a pies juntillas. Por otro lado, Gary Oldman también está notable interpretando a un personaje que batalla entre el amor, su profesión y el alcoholismo.

Pero al margen de eso, cuando yo veo una película lo que quiero es que me cuenten una historias. Y a ser posible que me identifique o empatice con ella. Y creo que en su guion, Mank patina. La vida de Herman Mankiewicz se separa en dos: mientras escribe ‘Ciudadano Kane’ y en los flashbacks que repasan los diez años anteriores donde es uno de los guionistas más aclamados de Hollywood. Y es en estos flashbacks donde la película se pierde, te cuenta cosas que no van a ninguna parte, que no aportan valor y que no presentan o resuelven incógnitas.

Su intencionalidad es trasmitirte ese mundo de los años 30 posterior a la Gran Recesión. Y eso, la elegante cámara de Fincher te lo hace llegar. Ala, para los que no sabemos quiénes o qué influencia tuvieron Upton Sinclair, Louis B. Mayer o William Randolph Hearst en esa época, la cinta nos decepcionará.

  • Nota: 5,5/10 (por su cinematografía)
La puesta en escena y los decorados son lo mejor de Mank (El Independiente)

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Raúl Velasco

Primero periodista, después deportivo. Escribo sobre fútbol, NBA, tenis, ciclismo… y lo que surja. Análisis, profundidad e historias.